«La escultura de Dios II» (Eva, la serpiente y Adán)

«Eres luz, eres vida, eres amor, eres poesía…».

La muerte no es impedimento para dejar de quererte, una vida no es suficiente para describir la maravillosa creación de Dios…

Buscamos la solución a la vida, creemos tener todo cuando no tenemos nada, la unión de dos almas que juran amor eterno es un compromiso que requiere años de construcción para llegar a la cima del paraíso.

Una guerra comienza cuando una vida juntos inicia, la guerra del amor ante las emociones que aveces no somos capaces de comprender, queriendo solucionar un problema puede resultar en un problema mayor.

 

«Eva, la serpiente y Adán»

 

La nobleza de Eva fue la principal virtud que la serpiente miró en ella, la caminata comenzaba hacía el árbol del fruto prohibido después de ser seducida por las palabras de un ser guiado por el instinto animal, ella deseaba que al comer la manzana del saber pudiera amar eternamente a Adán y vivir a su lado para siempre.

Que maldita es la suerte al conocer el pudor y el dolor en el vientre, que desgracia fue perder la perfección al unir sus labios al fruto prohibido, el error más grande que pudo cometer un ser humano.

«No somos perfectos, somos aciertos inciertos colocados en el momento equivocado».

La amistad se rompió entre dos amigos, que aparte de ser amigos fueron confidentes y la serpiente murió sin conocer la gracia de amar a una mujer.

«Perdóname Eva por no saber,
distinguir el amor del placer».

Serpiente. 

Durante milenios se pagó el precio del delito, sufrieron la sumisión, la desintegración lenta del poder que aguardaba su corazón, la mujer fue perdiendo la nobleza de su alma por culpa de la traición, la traición de una serpiente que juraba haber encontrado el fruto, para poder amar eternamente al hombre que creía perfecto.

Adán fue al árbol del fruto prohibido decidido a comer de la sabiduría que aguardaba entre sus ramas, cuando la serpiente apareció para tener la única platica con el hombre hecho a semejanza de Dios.

—¡Adán! ¡Adán! ¡Mírame por favor! —dijo la serpiente.

Adán se asustó al poder comprender los sonidos de la serpiente, él sabía que algo estaba mal.

—Sé que puedes comprenderme Adán, yo sé que puedes sentir mis palabras cruzar tu mente y solo quiero decirte que después de morder el pecado, jamás serás igual en cada día que pases a lado de Eva.

—¿Por qué dices eso serpiente?

—Porque después de haber engañado a la perfección divina de Dios, quiero erradicar mi error al querer salvar su alma, pero al parecer terminé condenándola para siempre.

—¿Entonces no debo creer en las palabras de Eva?

—No Adán, debes escuchar sus palabras antes de besarla, debes creer en su mirada antes que en sus acciones, debes creer en su amor antes de perder la razón por medio de sus caricias.

—¿Ella es el infierno?

—Más que eso Adán, la mujer es la inocencia en la niñez que puede iluminar una familia entera gracias a su bondad, pero también puede matar en honor a una traición.

—¿Cómo un ser como yo podría traicionar su amor? —respondió Adán asustado.

—Mordiendo la manzana del pecado.

—¿Entonces has engañado a mi esposa?

—Ella no es tu esposa, Dios dijo que sería tu compañera de vida, pero erró al decir que dependería de tus costillas.

—¿Dios ha errado también?

—Dios creía en tu poder como hombre, pero fallaste.

—¿Yo soy imperfecto serpiente?

—Eres un ser viviente que muere en la distracción, pero quiere la atención de los demás.

—¿Entonces Eva ya no depende de mí?

—Ella se ha liberado de vivir a tu lado para siempre.

—¿Cómo puedes decir eso serpiente malvada?

—Eva es fuerte, Eva es una mujer que probó el conocimiento para poder amarte hasta la eternidad.

—¿Estaremos juntos siempre?

—Ella creé que la eternidad es una vida a tu lado.

—¿Qué hago para corresponder a su amor serpiente?

—No muerdas el fruto del saber y sirve a tu mujer, porque ella puede llevarte al paraíso del placer sin tener que tocarte ninguna parte de tu piel.

—No puedo creer en tus palabras serpiente, solo debo creer en el creador.

—El pecado morirá si ustedes dos unen sus almas antes de procrear la vida.

—¿No tendremos descendencia?

—La tendrán, pero debe ser sin tu instinto animal, aquella bestia que nacerá cuando comas del fruto del pecado y comiences a ser egoísta con Eva.

—¿Pero por qué ella es tan buena conmigo?

—Porque en su sangre corre el amor antes que el poder, el dolor antes que el placer, el saber antes del conocer y la felicidad ajena antes que la suya.

—No confió en ti serpiente, estoy seguro que me estás engañando y quieres privarme del poder que tiene Eva ante mí.

—Lo ves Adán, Dios creo a la mujer porqué sabía que tú eras el error más grande del Universo y quiso salvar tu alma con su belleza, su naturaleza y la feminidad que solo ella puede poseer.

—¿Qué pasará después de tener descendencia si como el fruto del pecado?

—Comenzarán las guerras, la desgracia, la miseria, la agonía y un sin fin de sucesos en el tiempo que cambiarán el destino de la madre naturaleza.

—¿Entonces mi descendencia querrá conquistar al mundo?

—Tal como Dios conquistó el universo y encerró el secreto de la vida muy lejos del cielo, tú eres hecho a semejanza de él.

—Y si todo lo que dices sucede en un futuro ¿cuándo terminarán las guerras por el poder del planeta?

—Cuando el mundo aprenda a vivir en soledad sin tener que necesitar de nadie más.

—¿Qué quieres decir con eso serpiente?

—Qué primero conquistarás el corazón de Eva y después querrás conquistar el corazón de la madre naturaleza.

—¡Tonterías serpiente! Yo jamás me rebelaría ante la palabra del señor creador.

—Es lo que tú crees porque no has comido del árbol de la sabiduría.

—¡Basta de mentiras serpiente! ¡No caeré en tu juego! Yo confiaré en las palabras de Eva y probaré el fruto del saber.

—¡Adán! ¡Adán!…

Adán se acercó frente al árbol, tomó de sus frutos y mordió el fruto del pecado.

—Serpiente maldita, morirás por querer haberme engañado, es un fruto que no tiene nada de especial.

—Adán, solo te pido ruegues por tu salvación todos los días de tu vida porque hoy tienes compañía, pero mañana podrás estar en el infierno muriendo sólo en agonía.

—No hay nada diferente en mí, sigo siendo el mismo serpiente, no me siento diferente.

—El tiempo será tu peor castigo.

—¿Qué es el tiempo?

—Un destino que crearás en un futuro.

—¿Yo soy el tiempo?

—Eres el infierno y Eva es el paraíso, nada más.

—¿Y el tiempo?

—Es una excusa para huir de Eva y dejarla sola.

—¿Habrá nuevas mujeres?

—Acabas de iniciar tu calvario.

—¿Por qué? —respondió sorprendido Adán.

—Porque comenzaste a imaginar como será tu placer en brazos de otra mujer.

—Maldita seas serpiente por haberme engañado.

—Yo te advertí de las consecuencias, ahora querrás poseer antes de querer, matar antes que amar, juzgar antes que escuchar y este infierno se expandirá por todo el mundo.

—¿Qué hago para evitarlo serpiente? Empiezo ahora a creerte.

—Es demasiado tarde, yo he terminado mi recorrido, mi destino era iluminar la fuerza de Eva para que pudiera guiar el mundo a nuevos horizontes, llenos de paz y armonía como en un hogar que te espera, lleno de calor, comida y platicas amenas. Todo ello serán episodios en tu vida que harán de tu desgracia una carga más ligera.

—¿Eva es mi salvación?

—Sí, pero no sabrás corresponder a su amor.

—¿Por qué juzgas mi futuro si solo eres una serpiente?

—Soy una serpiente inteligente que falló en su misión en la vida.

—¿Cuál era tu objetivo principal?

—Salvar tu alma de morir en la miseria de la riqueza material.

—¿Eva se irá de mi lado?

—Eva morirá desilusionada al mirar la triste realidad.

—¿Cuál es esa realidad?

—Ella mirará como te reproduces como un animal sin sentimientos, queriendo un ejercito antes que una familia. Eva comprenderá que tu corazón no es igual al suyo, pero será demasiado tarde porque el destino ya está escrito.

—Mentiras y más mentiras serpiente, debería matarte por llenar mi mente de ideas estúpidas.

—Lo harás Adán, cazarás todo animal que quieras poseer incluyendo la presencia de Eva.

—Ella es mi compañera, ella es mi esposa, eso es imposible.

—La posibilidad siempre existirá, hoy amarás a Eva con todo tu corazón porque crees en tu poder como hombre, pero mañana despertarás ante la realidad del error y será demasiado tarde.

—¿Tarde para qué?

—Para detener el ciclo infinito del error humano.

La serpiente murió después de aquellas palabras por medio de las manos de Adán, su cabeza fue decapitada y colgada junto al árbol del saber. Adán corrió ilusionado a los brazos de su mujer, hicieron el amor, pero no sabía que sus manos ya habían cometido la ofensa más grande ante Dios, privar de la bendición de la existencia a otro ser vivo, que solo quiso un mundo más humano para la mujer.

 

 

 

 

 

 

 

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