«Soñadora compulsiva, amante de la luna,
doncella del pecado y creyente de mis versos».
La noche comenzaba su rumbo, poco a poco se fueron obscureciendo las calles y el tráfico se hacía cada vez menor a la luz de la luna, la vida laboral terminaba y los festejos se hacían escuchar con la música emanada por cualquier rincón de la ciudad.
Y fue ahí, entre tantos excesos cuando una mirada, una mirada con toque de vampiro atrapó los cinco sentidos de un hombre perdido…